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Jordi Batalla. Superviviente de intento de suicidio

«Confiar y que confíen en ti puede cambiarlo todo»

Jordi Batalla, superviviente intento suicidio

Me llamo Jordi, tengo 56 años y ahora hace 28 años que hice dos intentos de suicidio, es decir, cuando tenía 28; curioso, cuando menos. Si ahora escribo este testimonio es porque estoy en una etapa nueva de la vida.

He analizado y entendido que en la herida está el propósito de vida. En mi caso, el propósito de mi vida me llega a los 56 años, cuando he abierto la puerta y me he dejado ver el nuevo camino que ahora empiezo. La herida del suicidio hace años que la superé, pero creo que me ha permitido llegar donde estoy ahora, y he entendido que mi camino como diseñador profesional, que me ha acompañado desde los veinte años, ha finalizado.

Y buscando por dónde quería encauzar mi vida, tanto personal como profesional, los últimos años me he ido formando en disciplinas más próximas al acompañamiento de personas. Y aquí es dónde he encontrado mi propósito: ayudar, acompañar, escuchar y confiar en las personas que han vivido una experiencia similar a la que viví yo. La vida es un aprendizaje detrás de otro, un conjunto de pruebas que vamos superando. ¿Y por qué no pensar que mi propia experiencia en el suicidio fue una prueba que me encontré para superar y llegar hoy y aquí a mi propósito? Creo firmemente que ha sido así. Sí, las cosas no vienen solas y las casualidades no pasan por el solo hecho de pasar.

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Quería irme discretamente

Cada persona que llega a pensar en el suicidio de una manera real, sin dudas, lo hace desde su realidad personal, que en ningún momento es igual a la de los demás, pero sí con connotaciones y detalles parecidos.

Para empezar, cuando una persona ha decidido marcharse de este plano físico busca estar solo y nada más. Lo que ve es una infinita mancha negra y vacía las veinticuatro horas del día dentro de su cabeza, en todo su espacio mental y físico. Es igual que tengas formación académica, un trabajo, familia y amigos, un techo para descansar y habitar y cierta experiencia en la vida. Te da igual todo. Lo único que quieres hacer es marcharte, y hacerlo lo más discretamente posible.

Aunque tenía familia, amigos, estudios y casa, solo veía una mancha negra y vacía y todo me daba igual.

En mi caso, fue así. Yo, en aquel tiempo, ya tenía estudios, trabajo, familia, amigos, casa compartida con los padres, una vida para ir tirando. Pero esto y nada era lo mismo. Lo único por la que sufría, si es que todavía me quedaba algo por lo que sufrir, eran mis padres, mi hermano y mi primer sobrino, que tenía pocos días. Por este motivo estuve pensando durante muchos días las diferentes posibilidades que tenía para suicidarme. Qué formas podían ser las más asequibles para mí, pero que a la vez fueran las menos crueles para mi familia. Aquella noche, después de cenar con mis padres, recogí los platos y los enseres, los llevé a la cocina, me fui a mi habitación, me puse el pijama y escribí muchas rayas con palabras despidiéndome. A continuación, después de lavarme los dientes, me miré al espejo y me dije: «Adiós, Jordi, hasta aquí mi tiempo aquí».

Las horas pasaron y me desperté con un zarandeo por parte de mi madre, gritando y gritando mi nombre: Jordi! Jordi! Jordi! Nunca lo hablé con ella, pero imagino que el alivio que ella sintió cuando mi cuerpo reaccionó abriendo los ojos tenía que ser de agradecimiento y, al mismo tiempo, de dolor, quizás igual que lo fue aquella madrugada de un día del mes de mayo cuando nací.

Mi madre, que no sabía qué demonios le estaba pasado a su hijo, y en especial desde aquella mañana alterada por este segundo intento de suicidio, fue desmejorando físicamente de una manera palpable. Imagino también que la plenitud que le llenó el corazón cuando vio mis ojos abiertos debe ser difícil de explicar.

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Confiar: la llave maestra para iniciar el cambio

Me llevaron corriendo al hospital. Todo fue muy rápido y yo sin saber qué tenía que hacer y sin ánimo para decir nada, solo con la mirada agotada y perdida, como si hubiera sido víctima de una explosión a tocar de piel; perdido del todo, sin rumbo. Estuve ingresado unos días y en este segundo ingreso fue cuando apareció la clave de todo: confiar. Una llave maestra que me permitió ver la luz al final de un túnel sin salida. Esta palabra, confiar, que para mí quiere decir «fiar en ti».

Seguí el tratamiento psiquiátrico y entendí que ponerme de culo a todo lo que me decía el médico, que era lo que había estado haciendo desde el primer intento de suicidio, no era la manera. Comprendí que todo podía empezar a ser menos difícil si me abría a hablar, a vaciarme con el profesional que tenía delante para escucharme y acompañarme. Y así fue, desde aquel momento en que empecé a confiar, todo fluyó.

Mi hermano me miró y me dijo en voz alta y serena: «Jordi, yo confío en ti, confiamos en ti, en que saldrás de esta, seguro que saldrás».

En la habitación de la clínica, mis padres, deshechos, estaban a mi lado. Y allí en un rincón, sentado en una butaca, descansaba, si podía, mi hermano, que en unos días tan duros como aquellos no era fácil. Ramon, mi hermano, me miró y me dijo en voz alta, serena, y con los ojos brillantes: «Jordi, yo confío en ti, confiamos en ti, en que saldrás de esta, en que puedes salir, seguro que saldrás». Esta fue la llave maestra que abrió el acceso a un punto de luz. Es por eso que hay que decirle a la persona que está en este espacio negro: «Confío, confiamos, confía, seguro que saldrás adelante. Estamos del todo convencidos». Será un proceso que ocupará el tiempo que necesite cada persona, pero el tiempo será lo que menos importe. Nada real puede ser perdido.

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Dejar atrás los pensamientos negativos y empezar a vivir

Y a partir de aquí, empezó una larga terapia con la consiguiente recuperación. La terapia duró tres años, con varias visitas escalonadas y progresivas. Aprendí a entender los pensamientos que me hacían tanto daño, pensamientos que no me dejaban avanzar, que me hacían vivir con miedo constante. Estos pensamientos, que tienen por nombre y apellidos la palabra «miedo», son como un tren que sale de la estación con tan solo la máquina y, a lo largo del infinito recorrido con paradas constantes, se van añadiendo vagones y más vagones cargados de más miedos. Miedos que se retroalimentan entre ellos, los pasados, los presentes y los que vendrán en las siguientes estaciones. La vida avanza por unos raíles por un túnel negro sin salida a la luz. Por eso, es muy importante la confianza que percibes de las personas que te vas encontrando en este proceso de recuperación.

Cuando tengo un pensamiento negativo, un miedo, me provoco el pensamiento contrario, es decir, un pensamiento positivo. Y esta estrategia me funciona.

Con meses de terapia, adquirí las herramientas para entender por qué aparecen los pensamientos negativos y cómo poder aplacarlos. Escribía todos los pensamientos negativos y, a continuación, me provocaba el pensamiento contrario, es decir, un pensamiento positivo. Esta nueva manera de pensar, aunque al principio me parecía imposible, me sirvió para empezar a vivir y llegar aquí donde soy ahora. El médico me dijo: «Date tiempo y, cuando hayas interiorizado la práctica de este fórmula de acción-reacción, tu visión de la vida será real y vivirás de una forma tranquila». Y yo añado: y llena. Esta estrategia de los pensamientos contrarios la utilizo cada día desde que la aprendí. Es automática y va muy bien.

Al cabo de tres años, me dieron el alta; estaba recuperado del todo, dejé de tomar medicamentos y empecé a vivir. Salí de este agujero negro, y digo salir, porque se puede salir. Os lo digo de todo corazón y con toda la verdad que os pueda hacer llegar desde la distancia.

Hola, me llamo Jordi Batalla Villanueva, vivo con mi pareja y tenemos tres hijas adolescentes. Hasta ahora he sido ebanista, diseñador industrial y artista en diferentes disciplinas de las artes plásticas y aplicadas. Ahora, con cincuenta y seis años, aparto literalmente esta faceta profesional y me dirijo a una nueva aventura en el camino, porque en la sanación de la herida se puede encontrar el propósito de la vida.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 7 de Abril de 2025
Última modificación: 7 de Abril de 2025

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