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Cuidar a los hermanos de las personas con un TCA

Cuáles son sus necesidades y cómo acompañarlos
Sara Bujalance Arguijo

Sara Bujalance Arguijo

Psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Directora
Associació contra l'Anorèxia i la Bulímia (ACAB)
Hermanos tca 1

Cuando una familia tiene que hacer frente a una situación tan dolorosa y compleja como un trastorno de la conducta alimentaria, muy a menudo se siente confundida y desbordada. Se requiere mucha información sobre el trastorno y mucho apoyo y acompañamiento por parte de los profesionales para poder superar el trastorno.

La angustia, el miedo, el sentimiento de impotencia y el no saber qué hacer provocan habitualmente un desequilibrio en la dinámica familiar. Se rompen rutinas, aumenta la conflictividad y el trastorno toma prácticamente todo su protagonismo en el funcionamiento familiar. Y es en este punto en el que a menudo, y como es natural y comprensible, padres y madres se concentran en ayudar a la persona afectada por el trastorno. Para poder concentrarse en un reto tan difícil es habitual que reduzcan atención y disponibilidad a otros miembros de la familia, muy a menudo los hermanos y hermanas.

Llegado este punto, ¿qué debemos tener en cuenta? Lo mejor que podemos hacer es ser conscientes de las necesidades de hermanas y hermanos y acompañarlos durante el proceso de tratamiento y recuperación.

Familia y TCA

La familia en los trastornos de la conducta alimentaria

Quizz

Pautas para acompañar a los hermanos y hermanas

Debemos explicarles qué es un trastorno de la conducta alimentaria

Es necesario darles información sobre el trastorno adaptando el discurso y las palabras a su edad y capacidad de comprensión. Sobreprotegerles, es decir, esconderles el trastorno, engañarlos al respecto o intentar minimizar la evidente gravedad de determinadas situaciones sólo les hará sentir más angustia y frustración. También es importante explicarles que determinadas reacciones de tristeza o ira por parte de la hermana o hermano afectado son propias del TCA y que, aunque es normal y natural sentirse mal cuando ocurre esto, es importante que no las interpreten como un ataque personal, sino que forma parte de las manifestaciones del trastorno. Se le puede decir, por ejemplo, que en algunos momentos es el TCA quien habla y actúa, en lugar de ser hermana o hermano.

Hacerles partícipes de lo que estamos haciendo para superar el TCA

En la medida de lo posible es recomendable anticiparles qué irá pasando a lo largo del proceso de tratamiento y recuperación. Por ejemplo, explicarles que durante un tiempo no comerá en casa, sino que lo hará en el hospital, o que no podrá ir a la escuela en el horario habitual. Es importante dejarles claro que todas estas acciones no son un castigo sino que tienen como objetivo conseguir la recuperación de su hermana o hermano y que son temporales porque a medida que supere el TCA el tratamiento será cada vez menos invasivo.

Hazles saber qué pueden hacer para ayudar a su hermana o hermano

Es necesario ayudarles a acompañar a la hermana o hermano afectado desde la comprensión y el cariño. Es bueno hacerles conocedores de las diferentes pautas y recomendaciones que el equipo terapéutico establece, de esta forma evitaremos que sientan confusión ante estas pautas y entiendan por qué son útiles. También evitaremos que los hermanos o hermanas con TCA puedan utilizar estrategias para «escapar» del tratamiento como, por ejemplo, pidiéndoles su móvil u ordenador para poder acceder a Internet en momentos del tratamiento en el que no se les permite todavía.

Lo que es muy importante que la familia tenga claro es que en ningún caso los hermanos y hermanas deben hacerse responsables de los cuidados de la persona afectada que requieren de la madurez y capacidad de gestión de un adulto. En cambio, los hermanos y hermanas sí podrán ser muy activos a la hora de mostrar cariño y acompañar a las personas afectadas como, por ejemplo, verbalizando su cariño, compartir ratos conversando, jugando a juegos de mesa o videojuegos, mirando películas y series juntos, etc.

Dales espacio para expresarse y valida sus emociones

Los hermanos y hermanas muy probablemente sentirán compasión y motivación para ayudar a la persona afectada, pero, y como también es natural y comprensible, sentirán rabia, enfado y frustración. Emociones que pueden dirigirse a la persona afectada. Es importante que validemos sus emociones y les acompañemos desde la comprensión y el afecto también. Debemos permitirles expresarse libremente sin juzgarlos, escuchándolos con empatía y ayudarles a gestionar todas estas emociones de manera saludable, favoreciendo que la relación entre los hermanos no se vea perjudicada por el trastorno. Tengamos en cuenta también que nuestro ejemplo, como adultos que acompañan y ayudan a un hijo o hija con TCA, será clave a la hora de enseñar a los hermanos y hermanas qué hacer y qué no hacer, qué decir y qué no decir a la persona afectada.

Preserva su rutina y su vida particular

Cuanto menos altere el TCA la vida en particular de cada hermano y hermana y la vida por lo general de toda la familia, mucho mejor. No olvidemos que el objetivo final del tratamiento es que la persona pueda llevar a cabo una vida completamente normalizada. Por este motivo, cuanto más normalizado pueda mantenerse todo desde un primer momento mejor. Esto significa que, aunque toda la familia, incluidos los hermanos y hermanas, tendrán que adaptarse a las pautas y recomendaciones que indique el equipo terapéutico, cuanto más se pueda preservar el día a día de los hermanos y hermanas mucho mejor. Esto significa mantener comidas, conversaciones, ratos en familia más allá del trastorno con el objetivo de que los hermanos y hermanas perciban que la estructura y dinámica familiares se mantienen y que están disponibles también para ellos. En esta línea también es importante que, en la medida en que la situación lo permita, hermanos y hermanas mantengan extraescolares, actividades de ocio, relaciones de amistad y encuentros con éstos, etc.

Gestionar un TCA en casa, con todo lo que éste implica, ayudar a la persona afectada, atender las necesidades de los demás miembros de la familia, mantener la actividad laboral, atender las diferentes situaciones del día a día, etc., puede ser un reto titánico. Por este motivo, entidades de familiares y personas afectadas, como la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia, pueden asesorar a las familias durante todo este proceso.