No hay que desanimarse, no es tarea fácil. Y no lo es porque la inmensa mayoría de las aplicaciones que utilizamos, las redes sociales, las aplicaciones de mensajería, los videojuegos, las plataformas de vídeo a la carta y hasta el propio teléfono inteligente han sido creadas siguiendo estrategias de diseño persuasivo.

Algunos trucos pueden ser:

• Haz que sea «difícil» utilizarlo. Por ejemplo, no tengas el teléfono cerca, puedes dejarlo en otra habitación cuando necesites un espacio sin interrupciones.
• Haz que el teléfono se bloquee y tengas que introducir a mano la contraseña.
• Instálate programas que no te dejen acceder a él en determinados horarios.
• Apaga el móvil, del todo, a una hora determinada.
• Y si quieres más, arrastra en tu móvil la aplicación de mensajería colocándola fuera de la pantalla de inicio y en una carpeta junto a otros sistemas de notificación. Y elimínala durante fines de semana o vacaciones (no sufras, se reinstala en minutos).
• Desactiva las notificaciones: ni sonidos, ni mensajes emergentes y mucho menos vibración. Nada del «numerito en rojo» sobre el logo de la aplicación.