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Actividad física y nutrición en los centros educativos

Cómo evitar ideas y creencias que impactan en el bienestar emocional de los adolescentes
Estela Valdivia Prieto

Estela Valdivia Prieto

Maestra especialista en pedagogía terapéutica de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Eva Ferrer Vidal-Barraquer

Eva Ferrer Vidal-Barraquer

Médica especialista en medicina del deporte
Unitat Medicina de l'Esport
Escuelas nutrición y deporte

Institutos y escuelas trabajan de forma más o menos explícita a lo largo de las diferentes etapas educativas, la actividad física y la nutrición para la promoción de hábitos saludables. Aunque es algo que transfiere a todas las esferas de la vida, y que en los centros educativos se trata de forma transversal, algunos ámbitos como los de la educación física, las ciencias naturales o la biología se enfrentan al reto de tratar estas cuestiones de forma directa.

La sociedad de la que formamos parte envía mensajes muy confusos en relación con el bienestar y los hábitos asociados.

Justamente por eso, en este tema como en otros, es muy importante el mensaje que se transmite desde los espacios educativos. La salud debe trabajarse de forma prudente y desde una mirada integral y respetuosa.

La experiencia nos lleva a identificar cómo, a menudo, con el objetivo de reducir los posibles riesgos que pueden suponer los hábitos de vida sedentarios o una alimentación poco saludable, se trasladan a niños y adolescentes, ideas, creencias y conocimientos que pueden suponer un aumento muy significativo del malestar emocional. Esto implica, de forma clara, un importante riesgo para la salud y bienestar del alumnado y un desencadenante o reforzador de hábitos muy poco saludables; justamente todo lo contrario del objetivo inicial: promover hábitos de actividad física y alimentación que incidan positivamente en la salud y el bienestar de niños y jóvenes. Y es que la línea entre lo que nos protege y lo que nos oprime, puede ser muy difusa.

Deporte infantil

Beneficios del deporte en niños y adolescentes

Desde la responsabilidad que tenemos como docentes respecto a nuestro alumnado y el compromiso que adoptamos en relación con la promoción de unos hábitos de vida saludables por su bienestar, se requiere llevar a cabo un cuidadoso proceso de reflexión. El entorno en el que vivimos tanto las personas adultas como las jóvenes y los niños refuerza un imaginario donde el cuerpo gordo es visto como sinónimo de enfermedad, vagancia, torpeza, inactividad o glotonería, basándose en una serie de prejuicios en relación los hábitos y la salud de las personas gordas.

Desde este dibujo complejo y doloroso, donde salud, belleza y aceptación se entrelazan, el alumnado queda expuesto ante dos posibles escenarios: rechazar el propio cuerpo o vivir con miedo a que tu cuerpo cambie y se convierta en aquel socialmente rechazado. Ambos escenarios aumentan el malestar y por tanto, nos alejan del objetivo principal: dotar al alumnado de estrategias y conocimientos para la promoción de su salud y bienestar.

Para que el centro educativo contrarreste todos estos mensajes fundamentados en prejuicios y estereotipos, especialmente desde aquellos ámbitos en los que se trabaja directamente la nutrición y la actividad física, es importantísimo revisar si nuestra práctica educativa responde a los siguientes indicadores:

Descentralizar el peso como termómetro o indicador de salud

El objetivo de la comunidad educativa no es velar por la delgadez de los cuerpos del alumnado sino por su desarrollo personal y educativo. Teniendo en cuenta esto, tomamos el compromiso de promover hábitos que velen por la salud de los niños ya que sabemos que es imprescindible para su óptimo crecimiento. Las amistades, las relaciones sexoafectivas, las ganas de aprender, la construcción de proyectos de futuro, la ilusión por las actividades desarrolladas en el día a día, el interés por descubrir cosas nuevas, el sentimiento de pertenencia, etc. son indicadores de salud en los que sí podemos incidir como docentes y que pueden darnos información relevante sobre cómo está nuestro alumnado.

Desconstruir la idea de que el objetivo final de la actividad física es esculpir el cuerpo o perder peso

Son muchísimos los beneficios de la práctica de actividad física. Desde la mejora del funcionamiento del organismo hasta el aprendizaje, pasando por el descanso, el estado de ánimo, el autocuidado y las relaciones sociales, por ejemplo. Llevar a cabo actividades desde enfoques que pongan en valor y en el centro estos beneficios, sitúa a la actividad física como práctica universal y recomendable para absolutamente todas las personas, independientemente de sus características físicas, psíquicas y emocionales.

Deporte y salud mental

La educación física como herramienta de empatía y respeto

Generar espacios de actividad física diversos facilita que nadie se sienta excluido de participar de esta práctica tan beneficiosa y romper con la idea de que es un ámbito donde sólo pueden tener éxito, destacar y disfrutar las personas con cuerpos normativos (que deben velar por mantener) y donde el resto de las corporalidades participan en los márgenes desde el castigo, la obligatoriedad o la persecución de un cambio de cuerpo.

Presentar la alimentación saludable más allá de la pirámide alimenticia

Comer con tiempo y tranquilidad, reconocer y respetar las sensaciones de saciedad, hambre y sed o masticar bien los alimentos son aspectos importantes para considerar que los hábitos alimenticios de una persona son saludables. También lo es comer sin culpa y vergüenza o con el objetivo estético de modificar la propia corporalidad. Trabajar la creación o análisis de menús en función de la pirámide alimentaria y la aportación calórica de los diferentes alimentos no garantiza la promoción y adquisición de unos hábitos alimenticios saludables. Es importante rehuir actividades que promuevan el control sobre la modulación del peso, las calorías ingeridas y quemadas, y la clasificación de los alimentos únicamente teniendo en cuenta su valor nutricional. Estas acciones pueden invitar a entender que la finalidad última de una alimentación saludable es no tener cuerpo gordo y también pueden ser la puerta de entrada a la adquisición de comportamientos muy poco saludables.

Evitar actividades que expongan al alumnado a compartir datos íntimos o susceptibles de juicio

Es necesario tener presente el contexto social en el que vivimos y las presiones y violencias a las que nuestro alumnado es sensible. Compartir datos personales como el peso, la alimentación o sus rutinas fuera del centro educativo, puede dar pie a comparaciones, discriminaciones o señalamientos, que refuerzan prejuicios y creencias y que escapan del control del profesorado y por supuesto, del objetivo de revisión y mejora de los propios hábitos de salud.

Representar los hábitos saludables en las diversidades corporales

Lo habitual es encontrar imágenes de personas delgadas disfrutando de la práctica deportiva y de la ingesta de alimentos. También lo es ver a personas gordas sentadas, sufriendo con la práctica de actividad física o comiendo de forma poco saludable. Es importante romper con estos prejuicios y presentar al alumnado el amplio espectro de corporalidades practicando deporte, esforzándose y disfrutando de la actividad física y comiendo saludablemente. La representación positiva de todos los cuerpos en estos ámbitos apela a todas las personas y promueve la salud desde una vinculación responsable y respetuosa con la actividad física y la alimentación como hábitos de vida que benefician a todos.

La salud es un concepto muy amplio y con múltiples matices. Desde los centros educativos, especialmente desde las materias de educación física, ciencias naturales y biología, el profesorado tiene la oportunidad de trasladar al alumnado que la salud no tiene una forma única.

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