El impacto traumático de la psicosis
Resumen
La experiencia de vivir una psicosis a menudo se puede percibir como algo profundamente traumático. Cuando tienes un episodio psicótico, las sensaciones que experimentas pueden llegar a ser tan aterradoras y abrumadoras que pueden dejar una huella emocional muy difícil de borrar. Esta sensación de terror y angustia intensa puede desencadenar el desarrollo de un trastorno por estrés postraumático (TEPT). (Bendall et al., 2006).
Cuando vives un trastorno psicótico, los síntomas no solo te afectan psicológicamente, sino que también pueden desestabilizar completamente tu percepción de la realidad. Las alucinaciones, especialmente las voces críticas o imperativas, te pueden llevar a sentir que te juzgan constantemente o que estás controlado por entidades que no puedes ver, pero que sientes de manera abrumadora. Estas voces amenazantes o insultantes pueden hacer que te sientas desbordado, dándote órdenes o criticándote de manera continua, y que te impidan encontrar un momento de paz. Los delirios paranoides o de control, la creencia firme de que alguien te persigue, que quiere hacerte daño o que manipula tus pensamientos y acciones, pueden generar un miedo insoportable que te hace estar en alerta constante, como si tu vida estuviera en peligro.
Estas experiencias están creadas por tu cerebro y se perciben como extremadamente personales y íntimas, haciendo que todo el que vives parezca enfocado únicamente a ti. Esto puede ocasionar que estas percepciones sean todavía más difíciles de gestionar, puesto que es como si tu mente se hubiera convertido en la amenaza, y te acompaña una sensación de confusión y caos que puede hacerte sentir completamente desconectado de la realidad. En los casos más extremos, estos síntomas pueden llevarte a pensar que hacerte daño a ti mismo es la única manera de aliviar la angustia. (Shaner y Eth, 1989).
El impacto emocional de la hospitalización
Además, una vez inmerso en un episodio psicótico, en algunas ocasiones es necesaria la hospitalización en una unidad psiquiátrica. A pesar de que el objetivo de este ingreso es protegerte y ofrecerte tratamiento, a menudo la hospitalización puede ser una experiencia que agravie tu sensación de vulnerabilidad. Encontrarte en un entorno desconocido, rodeado de personas que no conoces, puede hacer que te sientas confundido y más desconectado de tu realidad, y que percibas como una amenaza el comportamiento de otras personas ingresadas o, incluso, del personal. Y a menudo, lo que tendría que ser un espacio seguro, a veces se puede convertir en un entorno inquietante y estresante.
El proceso de hospitalización puede llegar a ser uno de los momentos más estresantes cuando alguien tiene algún problema de salud mental, puesto que implica una pérdida de libertad y autonomía que, en momentos de fragilidad emocional, puede resultar insoportable. El hecho de no estar con la familia, la insistencia de los profesionales en la necesidad de tratamiento y la incomprensión de los motivos del ingreso pueden agraviar la situación, y te pueden hacer sentir cada vez más solo y desconectado del mundo. Además, factores como los niveles altos de ruido y la carencia de privacidad por estar compartiendo espacios pueden intensificar esta sensación de pérdida de control y generar una angustia profunda y constante. Por eso, la manera en la que el personal te atienda puede marcar una gran diferencia. Sentir equidad, respeto, empatía y apoyo por parte de los equipos profesionales facilitará tu recuperación.
El trauma no solo proviene de las experiencias vividas durante la psicosis, sino también de la manera como se aborda el tratamiento y del entorno durante el proceso de recuperación.
Teniendo presentes todos estos aspectos, se acostumbra a hacer todo lo posible para evitar que haya una hospitalización completa, y solo se recurre a ella cuando no hay otras alternativas viables. Hoy en día hay otras opciones menos invasivas, que buscan mantenerte lo más conectado posible con tu entorno y con tu vida diaria. Por ejemplo, se pueden seguir programas de atención intensiva en la comunidad, como los programas de psicosis incipiente, que permiten hacer un seguimiento próximo sin necesidad de ingreso hospitalario. También hay otras opciones como la hospitalización domiciliaria, donde recibes el tratamiento en tu casa, o la hospitalización parcial, en la que acudes a un centro durante el día, pero puedes volver a casa por la noche. Estas alternativas permiten que, siempre que sea posible, el tratamiento se adapte a tu vida diaria, con el objetivo de minimizar el impacto emocional de una hospitalización y mantener tu sentimiento de autonomía. En determinados casos, si es necesaria la hospitalización, con el objetivo de minimizar estas vivencias, en los últimos años se están diseñando unidades con entornos más acogedores y que promuevan una experiencia hospitalaria respetuosa con los derechos de las personas.
Relación entre psicosis y trastorno por estrés postraumático
Cuando reflexionas sobre todas estas experiencias, puede parecer que tu vida ha quedado atrapada en un ciclo de sufrimiento profundamente complejo. El trauma no proviene sólo de las experiencias psicóticas en si, sino también de cómo se maneja la situación, de cómo tu entorno puede contribuir a la sensación de descontrol, aislamiento y miedo. Que estas experiencias sean tanto internas como externas hace que se trate de una lucha doble: no solo estás luchando contra tu propio cerebro, sino también con el mundo que te rodea. Y este conjunto de experiencias pueden acabar dejando cicatrices emocionales muy profundas.
El TEPT es un trastorno mental que puede aparecer después de vivir una experiencia muy estresante o traumática, y se caracteriza por la presencia de síntomas como los recuerdos intrusivos del acontecimiento, pesadillas, ansiedad intensa y una constante sensación de alerta.
Cuando se vive una experiencia psicótica, la posibilidad de desarrollar un trastorno por estrés postraumático (TEPT) es una realidad que afecta a muchas personas. El TEPT es un trastorno mental que puede aparecer después de vivir una experiencia muy estresante o traumática, y se caracteriza por la presencia de síntomas como, por ejemplo, recuerdos intrusivos del acontecimiento, pesadillas, ansiedad intensa y una constante sensación de alerta, como si el peligro fuera inminente. Las personas con TEPT pueden evitar lugares o situaciones que les recuerden el trauma y, a menudo, experimentan una desconexión emocional o dificultad para relajarse. Las tasas de prevalencia del TEPT relacionado con la psicosis varían ampliamente, desde un 11% hasta un 67%, con una media del 39%. Estas cifras revelan que una gran parte de las personas que experimentan un episodio psicótico también pueden sufrir las consecuencias emocionales y psicológicas de esta experiencia traumática. En el caso de quienes pasan por un primer episodio psicótico (PEP), la prevalencia del TEPT oscila entre el 31% y el 46%, con una tasa media del 38,5%. Esto quiere decir que casi la mitad de las personas que tienen su primer episodio psicótico podrían desarrollar TEPT. (Berry et al., 2013)
En conjunto, tanto los síntomas psicóticos como las condiciones de la hospitalización pueden tener un impacto inmenso en tu salud mental. El trauma no solo proviene de las experiencias vividas durante la psicosis, sino también de la manera como se aborda el tratamiento y cómo se maneja tu entorno durante el proceso de recuperación. Este cúmulo de vivencias puede dejar una marca duradera, y es importante reconocer el peso que esto tiene para poder abordarlo adecuadamente.
Algunos de los síntomas del trastorno por estrés postraumático que puedes experimentar, incluso un año después de haber tenido un episodio psicótico, son:
Flashbacks y pesadillas.
Ansiedad intensa.
Evitación de situaciones que te recuerdan la hospitalización o la psicosis.
Sentimientos constantes de hipervigilància o miedo.
Estos síntomas pueden persistir y afectar tu bienestar emocional y tu capacidad para llevar una vida normal. Sin embargo, es importante que sepas que hay tratamientos específicos para el TEPT que pueden ayudarte significativamente a reducir estos síntomas y a mejorar tu calidad de vida. Terapias como la terapia cognitivoconductual (TCC) o la desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (EMDR) han demostrado ser muy efectivas. Es importante que compartas estas sensaciones con el personal clínico de referencia, puesto que pueden ayudarte a obtener el apoyo necesario para gestionar y tratar estos síntomas. La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden marcar una gran diferencia en tu recuperación y en tu bienestar.
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