¿Por qué? ¿Cómo fue esta vuelta a la escuela?
«Cuando volvió a la escuela todavía se encontraba en un momento muy complejo de su enfermedad. El primer día que vino a clase fuimos conscientes de su gravedad. Afortunadamente, habíamos recibido instrucciones muy claras desde el Hospital sobre qué hacer en muchas de las situaciones que se podían dar: si se autolesionaba, si pedía ir al lavabo, si se angustiaba… También hablamos previamente sobre el tema con el alumnado, para que estuvieran preparados. En ningún caso queríamos responsabilizarlos de la situación. Y esto queríamos que lo tuvieran claro. Conocíamos la teoría, pero no sabíamos si seríamos capaces de ponerla en práctica.
Era difícil también, porque ella ha sido siempre una alumna ejemplar. Antes de la enfermedad, nunca le teníamos que decir qué no tenía que hacer, porque siempre tenía un comportamiento fantástico. Ahora nos encontrábamos en la situación de tener que decirle que «no» a algunas cosas, y nos costaba mucho hacerlo. Por ejemplo, durante las primeras semanas en la escuela, nunca se sentaba en la silla, siempre estaba de pie. A pesar de que la pusiéramos en primera fila, ella siempre se quedaba de pie, aunque impidiera la visibilidad de sus compañeros y compañeras. Para decirle que se sentara, teníamos que ser contundentes, porque si no, a la mínima, se volvía a levantar.
Estela (maestra de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona) nos dio un consejo que nos ha servido muchísimo para acompañarla en todo este proceso, al cual nos cogemos cada vez que le tenemos que decir a algo con contundencia. Nos dijo que ella tenía dos personas dentro, una era la persona que conocíamos y que conocemos y la otra era su enfermedad. La persona-enfermedad gobernaba la persona real. y, a pesar de que ella quisiera hacer algunas cosas con todas sus fuerzas, como por ejemplo sentarse, la enfermedad no se lo dejaba hacer.
Saber que reaccionábamos con contundencia con la enfermedad y no con ella nos ayudó muchísimo a saber cómo actuar y a tener la valentía de hacerlo. Parece una tontería, pero para nosotros ha sido una de las lecciones más importantes en todo esto. Decir «esto no lo puedes hacer» a la enfermedad a través de ella ha sido nuestra manera de ayudarla para que ella también le pudiera hacer frente y decirle que no.
Otra de las cosas más difíciles para nosotros ha sido saber cuál era la mejor manera de acompañar a la familia».