La familia puede tener una orientación a través de las siguientes preguntas para plantearse si su hijo o hija puede tener una adicción a los videojuegos:

• ¿Se irrita cuando intentas que reduzca su tiempo de juego?
• ¿No consigue controlar o detener el tiempo de juego?
• ¿Notas que cada vez tiene la necesidad de jugar más para lograr su satisfacción?
• ¿Descuida o aplaza siempre sus deberes para más tarde?
• ¿Ha perdido el interés por otras actividades que antes le gustaban?
• ¿Ha mentido a la familia para ocultar el tiempo que juega?
• ¿Has comprobado que emplea tiempo de la noche para jugar más?

 Y observando si se dan algunas de estas características en sus hijos o hijas:

• Se vuelve agresivo, irritable, cuando lleva rato sin jugar.
• Empieza a ser incapaz de controlar voluntariamente el uso.
• Intenta aislarse en su cuarto o en la zona donde juega.
• Cambia de hábitos en la comida y se ve que duerme menos.
• Miente para jugar o lo hace a escondidas.
• Se distancia de la familia y se aísla en su juego.
• Pierde el interés por otras actividades que antes le gustaban.
• Altera sus horarios para poder jugar.
• Descuida sus obligaciones en la casa.
• Aplaza siempre sus deberes para más tarde.
• Empieza a tener, o aumentan, sus problemas con los estudios.
• Justifica ese tiempo excesivo porque sus amigos le necesitan.
• Opina, discutiendo, que no es un tiempo excesivo.
• Insiste en que es preferible jugar a hacer otras cosas peores.
• Amenaza con reacciones exageradas o inusuales. 

Es importante estar atentos a estos síntomas, para poder ayudarles a encontrar un equilibrio y que no solo prioricen esta actividad frente a otras. Si pensamos que nuestro hijo o hija presenta estos síntomas, sería conveniente consultar con profesionales especializados. La detección y la intervención precoz son indispensables para que esta conducta no se cronifique y para que el pronóstico sea favorable.